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martes, 13 de abril de 2010

Escuela & familia: sociedad rota

Desde las 8 y hasta el mediodía, los docentes debatieron y consensuaron aportes sobre lo que debería ser incorporado al anteproyecto de ley de Educación. Las reuniones permitieron ver el escaso acompañamiento que brindan las familias a las escuelas.
Foto: Llegaron los Indios

Alumnos que no quieren pasar a la bandera cuando la docente lo solicita. Otros que argumentan tener "pánico escénico" cuando el profesor les requiere leer en un acto educativo. Jóvenes que se niegan -con un NO rotundo- a resolver una ecuación sobre el pizarrón. Padres que amparan esas conductas y que, además, protestan porque los profesores exigen más de la cuenta (a juicio de los progenitores, claro está) o porque la calificación fue menor a la esperada (bis: a juicio de los progenitores).
Si de algo sirvieron las reuniones que hoy se realizaron en los diferentes establecimientos de la ciudad para debatir el anteproyecto de ley de educación que impulsa el gobierno provincial, fue para tener una imagen precisa del avanzado grado de deterioro que existe en la relación familia - escuela.
Lo planteado por los maestros, en una de las reuniones en las que Llegaron participó, fue la incompatibilidad que existe entre la letra del anteproyecto, que habla de "asegurar una educación de calidad y equidad", con lo que ocurre a diario.
¿Cómo se puede asegurar una educación de calidad si los que mandan son los padres, y no los docentes?, se preguntaron los maestros, palabras más, palabras menos.
"El respeto por el docente y las decisiones que toma, ya no existe
. Si un padre no está de acuerdo con la evaluación que uno hace de su hijo, va directamente a Supervisión a reclamar y todo termina con ese alumno pasando de año. Si hubiera una mayor integración entre padres y escuela, existiría el respeto necesario. Ser un padre comprometido con la educación no es sólo pagar la cuota o la cooperadora y mandar los materiales que se piden. Es apuntalar el trabajo escolar y no poner palos en la rueda. Es cierto que tenemos que hacer nuestra autocrítica y si la imagen del maestro no es lo que fue, también se debe al alto nivel de ausentismo y malas prácticas que se hicieron comunes entre algunos maestros", dijo una docente, preocupada por la realidad escolar.
Señalaron, también, que el sistema no premia el esfuerzo y que fomenta la irresponsabilidad al otorgar numerosas instancias para que pasen de año. "Los chicos saben que tendrán un montón de oportunidades para rendir y por eso no se esmeran en superarse", acotó otra docente.
"La semana pasada tuvimos una reunión con los padres de segundo y tercero del Polimodal (en un establecimiento céntrico de la ciudad) y nos pidieron explicaciones de por qué los hacíamos perder el tiempo reescribiendo en hojas de caligrafía todo lo ilegible de sus carpetas. Una madre dijo que le estábamos dañando la personalidad al exigir que escriban y hablen como corresponde. Lo que yo me pregunto es cómo va a hacer ese alumno, cuando vaya a pedir un trabajo y tenga que entregar su curriculum escrito a mano o mantener una conversación, si no sabe hacerlo. Si fracasa, ¿la culpa la va a tener la escuela o la familia?", preguntó.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Si se rompió es porque están rotas las reglas básicas desde el seno familiar, que muchas veces no existe como tal. si el colegio, por ejemplo, dice en su reglamento que hay que ir con medias azules y vos mandás a tu hija con medias rojas a pintitas amarillas y campera rosa, ¿qué ejemplo le estamos dando como padres? que las normas no se cumplen y que cada uno hace lo que quiere. ¿cuántas veces vemos en la televisión que padres disconformes agreden a los docentes por la mala nota de sus hijos? Todos somos culpables de lo que pasa.

Mónica Ieracitano dijo...

Me parece que pasamos de décadas de obediencia extrema a períodos de permisividad incontrolados. Quizá la generación de nuestros hijos viva una Argentina más equilibrada. A veces les reprocho a los maestros y luego profesores de mis hijos que no sólo atiendan a los brillantes, a los estudiosos, a los que le va bien, sino que sepan despertar el interés y el valor del esfuerzo en los que más les cuesta. Eso de las preferencias por los mejores lo vi mucho. Pienso que el triunfo de la docencia es saber "sacar" algo bueno del que menos se espera...

Quique Figueroa dijo...

Maestro, sirvame en la copa rota.
Esa adaptación del tema de José Feliciano, refuerza el ángulo que toma la indigena Giselle.
Lamentablemente, no hay un malón de periodistas que pongan la lupa en esta dicotomía, que muchas veces los padres nos ocupamos (sistemáticamente) de negar, o peor aún de ocultar (la pésima relación familia - escuela).
Si pocas veces, somos gambas con los chicos, cuando tienen que participar en un acto, y menos aún los incitamos a colaborar.
Agregaría que cuanto mas alta es la cuota del cole, mas nos desentendemos de "estas cosas".
La relación familia - escuela, es como esa copa, algo que debe recomponerse.
El cuestionamiento de padres hacia docentes, debemos salir de esas observaciones obsesivas, y propongo ir y estampar la firma pa' reconocer al docente que se rompe el lomo y logra transmitirle a nuestros hijos la pasión por determinada materia (historia, matemática, educación física o la que fuere).
Acerquemos las partes en lugar de enfrentarlas, ya que formamos parte de una misma sociedad (o no?). Creo, este acercamiento es condición sine qua non, pa' que las cosas mejoren y crezcan desde el pie, como decía Don Alfredo.

Gerity dijo...

En una sociedad donde el rico se cree poderoso por rico y el pobre poderoso por pobre, es dificil ser docente. Más aún cuando si a cualquiera de ambos le hablas de valores, piensan en billetes y no en méritos o cualidades.
Uno exige porque paga y el otro porque vota y el docente, el que a pesar de todo mantiene su vocación y se esfuerza (no el que se dedica a estudiar la ley, las licencias y las trampas mientras cobra miles de pesos) aquel docente digo, esta solo y desamparado, sin apoyo desde las familias (o lo que queda de ellas) ni de las instituciones/funcionarios.

Se ha alimentado tanto la cultura del exigir, y peor aún, se le ha dado y da permanentes respuestas satisfactorias a esas exigencias, que ya directamente, se espera todo del otro. El otro tiene que "hacer por mi", "darme sin merecer" y las escuelas tienen que criar a mis hijos, los docentes tiene que hacer mis tareas de padres pero como yo las exija, con los pobres parámentros actuales.

Dobladillos gastados de una sociedad deshilachada que nos pisamos al andar...

Mirta H. dijo...

Expreso aquí ideas que surgen de la propia vivencia de mi paso por la docencia. En los últimos tiempos las situaciones que se expresan en la nota han venido en aumento.
Los padres lejos de colaborar en el logro de los objetivos institucionales delegan en la escuela responsabilidades que le son propias. Cada vez participan menos pero exigen más.

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